Dos cronistas y académicos, el colaborador habitual de Levante-EMV, Joseph Lluis Doménech Zornosa, y el profesor José Guerrero Carot, han lanzado una edición con la historia de Jérica, pueblo del Alto Palancia, con el que ambos están sentimentalmente identificados: Doménech, natural de Alberic, está injertado por matrimonio y segunda residencia en esa localidad, y su colega es segorbino y cronista de la población reseñada.
Germinada: lo reconocen. El libro, ya en su título, reconoce que en todo estudio histórico hay que beber en fuentes ajenas; nadie puede decir que vivió el Neolítico, ni la edad del Bronce ni que conoció a Teresa Gil de Vidaurre. Todo lo que hablan de ello lo han encontrado en un arduo trabajo de investigación en libros, documentos y archivos antiguos; y así lo reconocen ya en el título de la obra, cuando un poco simpáticamente la titulan Jérica: una historia germinada.
Y con este reconocimiento a las fuentes donde bebieron, empiezan dando las gracias a los trabajos anteriores -de siglos- realizados por Jaime Chiner, María Teresa Pastor Valls, David Montolíu y José Royo, como más recientes inspiradores, así como a los ya desaparecidos historiadores Francisco del Vayo, José María Pérez Martín o Rosa Gómez Casañ. La obra del historiador Vayo la califican como la semilla, el germen donde se fundamenta esta nueva historia».
Desde el Neolítico al siglo XX.
Recogen ambos doctores los primeros vestigios del «primer asentamiento humano» en esta localidad con datos de la época neolítica, entre 7.000 y 2.500 años antes de la era cristiana; se trata de una época cazadora y recolectora, que en el campo y la cetrería tenía su sustento.
Pasan después a la edad del Bronce,Peña Ta donde se tiene noticia documentada de un asentamiento en la Peña Tajada, después conocida como Monte de la Torreta.
Germinada: lo reconocen. El libro, ya en su título, reconoce que en todo estudio histórico hay que beber en fuentes ajenas; nadie puede decir que vivió el Neolítico, ni la edad del Bronce ni que conoció a Teresa Gil de Vidaurre. Todo lo que hablan de ello lo han encontrado en un arduo trabajo de investigación en libros, documentos y archivos antiguos; y así lo reconocen ya en el título de la obra, cuando un poco simpáticamente la titulan Jérica: una historia germinada.
Y con este reconocimiento a las fuentes donde bebieron, empiezan dando las gracias a los trabajos anteriores -de siglos- realizados por Jaime Chiner, María Teresa Pastor Valls, David Montolíu y José Royo, como más recientes inspiradores, así como a los ya desaparecidos historiadores Francisco del Vayo, José María Pérez Martín o Rosa Gómez Casañ. La obra del historiador Vayo la califican como la semilla, el germen donde se fundamenta esta nueva historia».
Desde el Neolítico al siglo XX.
Recogen ambos doctores los primeros vestigios del «primer asentamiento humano» en esta localidad con datos de la época neolítica, entre 7.000 y 2.500 años antes de la era cristiana; se trata de una época cazadora y recolectora, que en el campo y la cetrería tenía su sustento.
Pasan después a la edad del Bronce,Peña Ta donde se tiene noticia documentada de un asentamiento en la Peña Tajada, después conocida como Monte de la Torreta.
Y en el Museo Municipal recuerdan que se conserva una olla correspondiente a esa época, lo que confirma su aserto.
Evocan en su libro que con certeza el Cid Campeador anduvo por esta tierra, pues recuerdan los versos del Cantar, donde puede leerse «Mío Cid gana a Xériac, a Onda e Almenar Los unos a Xérica e los otros a AlucadÉ Ganada a Xérica e a Onda por nombre».
Más adelante, beben también estos autores en Espinalt, abundando en que la fundación de Jérica como tal pudo ser obra de hebreos -por lo menos, lo atribuyen al origen del nombre-, apuntando incluso que el suyo originario fuera Xert.
Avanzan Doménech y Guerrero en estudios ya más recientes y conservados, referidos al Señorío de Jérica, creado por el rey Jaime I y que donó la villa y castillo a su amada Teresa Gil de Vidaurre, una navarra con la que tuvo dos hijos el monarca (El libro recoge una fotografía de la momia atribuida a esta mujer, conservada en el Archivo de la Academia de San Carlos). Fue Baronía (que albergaba los pueblos de la comarca) y pasó a convertirse en Condado, con un contrato (que recogen) de la construcción de una campana «de veynte libras de hechura», encargada a un campanero de Ademuz, Juan López de Caldo.
Siguen relatando «historias» -con minúscula- que contribuyen a crear toda la Historia -con mayúscula-: así, el dominio de la tradicional saga de los Zarzuela, las vicisitudes durante la guerra de sucesión y la de la independencia, para terminar con la guerra civil del siglo XX, recordando los destrozos que sufrió Jérica, con la pérdida de numerosos edificios propiedad de la Iglesia -once templos y casas en total- y propiedad del Municipio -trece en suma- y cómo se editó moneda local cuando el Gobierno de la República retiró el dinero; algunos billetes locales -¡hasta de dos pesetas!- aparecen reproducidos.
La historia tiene sus detalles muy atrayentes para los vecinos actuales de la población, pues recoge hechos puntuales de algo tan fundamental como la creación de la Junta de Montes o las distribuciones de aguas. Pero destaca principalmente para el lector la modestia de los autores -la modestia es una virtud- al reconocer que ellos no han hecho sino lo que todos los historiadores: buscar y beber en otras fuentes; pensar lo contrario sería absurdo.
Fuente: "Levante de Castellón"
1 comentario:
Muy Sr. Mío:
Siento mucho indicarle quee sus noticias no estaban "al día" tal como reza el titular, ya que indica usted: "los desaparecidos historiadores Franciscvo del Vayo, José María Pérez Martín o Rosa Gómez Casañ". D. Francisco del Vayo murió en el siglo XVI, D. José María Pérez Martín en el s. XX, pero me temo que Rosa Gómez Casañ no ha desaparecido y sigue viva.
Rosa Gómez Casañ
19 de marzo de 2008
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